Dos meses más
tarde…
Dani se levantó con resaca, y mientras
iba hacia la ducha intento no acordarse de Silvia, fracasando completamente. No
sabía nada de ella desde hacía dos meses. Eduardo y Marta no paraban de
llamarlo y hasta venían a la casa de visita, pero él no era muy buena compañía
desde que Silvia se fue. Hacia su trabajo desde casa, para no tener que ver a
nadie. Tenía que dejarla ir, pero el solo pensamiento lo desgarraba por dentro.
Se miró al espejo y casi no se reconocía, estaba demacrado, no se acordaba
cuando fue la última vez que se afeito y había perdido peso. Lo único que lo
mantenía más o menos cuerdo era el pequeño Hook, al que estaba cuidando hasta
que Silvia volviese a por él. Estaba tentado de dejárselo a Marta y Eduardo
para que ellos lo cuidaran, pero entonces Silvia no tendría ninguna excusa para
volver a por él. Si es que eso pasaba algún día. Se miró al espejo una vez más
y tomo una decisión.
Firmo los papeles del divorcio a
regañadientes, pero decidido a darle a Silvia su libertad. Tal y como decía el
dicho, ´Si amas a alguien, déjalo ir, si regresa, es tuyo. Si no regresa, nunca lo fue.´ Deseaba que
las cosas fueran distintas y que pudiera decir que Silva volvería y seria suya,
pero tenía muy poca esperanza en ello. Temía que Silvia nunca fue suya, las
cosas que les habían ocurrido en el pasado parecían demostrarlo. Lo tenían todo
en contra.
Como la casa ahora sería suya en cuanto
el divorcio fuera oficial, la podría en venta en cuanto pudiera. No quería nada
que le recordara a Silvia, así que decidió entrar en la habitación que llevaba
cerrada a cal y canto desde que Silvia se fue. Le llevaría los papeles y las
cosas de Silvia a Marta incluso al perro, después hablaría con Eduardo y
pondría las cosas en marcha para dejarlo todo atrás y comenzar una nueva vida
lejos de aquí. Lejos de Silvia.
Entro en la habitación y una punzada de
dolor lo atravesó, todavía olía a ella. Pero estaba decidido. Hoy borraría a
Silvia de su vida y de su cabeza. Empezó a meter las cosas en cajas, no sabía
porque Silvia lo había dejado todo atrás, libros, ropa incluso joyas y
perfumes. Lo guardo todo con cuidado y cuando parecía que la habitación estaba
vacía, se dio cuenta de que debajo del escritorio había una caja grande. La
saco con cuidado y se dio cuenta de que era un baúl.
¿Por qué había dejado esto atrás? Tenía
un candado puesto así que tendría que contener algo de valor. La curiosidad lo
estaba matando y puesto que Silvia le había dicho que no quería nada de esto,
no le molestaría que lo abriera. Le dolería si el contenido fuera como el
anillo que encontró de su ex prometido, mas regalos de otros hombres. Pero
confiaba en ella, y no creía que ese fuera el contenido de este pequeño tesoro.
Partió el candado con facilidad y el
corazón le martilleaba fuertemente en el pecho, inseguro de lo que se encontraría.
Abrió el baúl y su corazón se paro durante un instante que se le hizo eterno.
Ahí en el baúl que ella tenía escondido, estaba toda su historia en común.
Todos los regalos, las flores, y hasta las notas que le había mandado con las
flores. Todos sus recuerdos, perfectamente guardados. Me quiere. La
verdad lo impacto con tanta fuerza que tenía ganas de llorar. Tenía que
encontrarla, tenía que recuperarla antes de que fuera demasiado tarde. Saco
algo del baúl para dárselo cuando la viera. Quizás se enfadara con él por abrir
algo privado, pero podría soportarlo. Ahora que sabía que lo quería lo
suficiente para guardar todas estas cosas, no había nada que lo podría detener.
Se sintió tentado de romper el sobre con los papeles del divorcio, pero decidió
no hacerlo. Se lo daría a Silvia y se lo dejaría a su elección. Rezo por que le
diera otra oportunidad.
- Hijo, ¡qué alegría verte! Te hemos
echado de menos.
Marta lo abrazo fuertemente.
- Hola Marta.
Dani no se atrevía a mirarla a los
ojos, pero ella le levanto la barbilla, obligándole. Y lo abrazo de nuevo.
- No estés triste hijo. Lo que haya
pasado se solucionara.
- Me quiere Marta.
- Claro, eso ya lo sé.
- O al menos me quería. No sé si…
- Te quiere, de eso puedes estar
seguro.
Dani suspiro. Sentía ganas de pasarse
la mano por el pelo pero en una mano llevaba a Hook y en la otra las cosas que
le iba a dar, incluido los papeles del divorcio.
- Vale, pues necesito hablar con ella.
¿Está arriba?
Marta desvió la mirada.
- No hijo, Silvia no está aquí.
Un terrible sentimiento le atravesó de
la cabeza a los pies.
- ¿Dónde está, Marta? – La
desesperación en su voz era evidente - ¿Marta?
- Esta en Inglaterra.
Levanto la vista y lo miro directamente
a los ojos.
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