Aun no
se había recuperado del orgasmo cuando sintió que Ethan le colocaba bien la
falda, la sentaba en su silla y acercaba su boca a su oreja para susurrarle.
- Esto aún no ha terminado.
Con esas palabras se metió en su oficina cerrando la puerta a la vez que Mike y
James volvían de su almuerzo.
- ¿Estás bien, Rebeca? Estas muy colorada y pareces febril. Quizás deberías ir
a casa.
- Estoy bien Mike.
Pero no estaba bien. No entendía lo que había pasado. Su corazón aun latía a
mil por hora mientras su respiración seguía agitada y los espasmos de su
reciente orgasmo la torturaban. Miro la puerta cerrada de la oficina de Ethan.
Sería tan fácil entrar y seguir con lo que estaban haciendo… sacudió la cabeza
confundida. Me ha drogado, pensó. No había otra explicación para su
comportamiento. Ella no deseaba a Ethan. Lo odiaba, que era muy distinto. Pero
tenía que reconocer que jamás había sentido nada igual por ningún otro hombre,
y eso la confundía. Decidió dejar esos pensamientos para otro momento y ponerse
a trabajar, ya que James y Mike la miraban entre preocupados y sospechosos. Ya
se aclararía estas ideas confusas cuando estuviera en casa sola.
Ethan se quedó un rato apoyado en la puerta. Aunque lo intentara, no se podía
mover de lo duro que estaba. Había escuchado las voces de sus amigos fuera y le
costó mucho separarse de Rebeca, en vez de hundirse en ella. Sus dedos aún
estaban húmedos, y olían a ella, a su excitación. Se metió en su baño personal
y se lavó las manos, antes de que el olor lo volviera loco. Pensó en aliviarse,
con lo duro que estaba, no duraría ni cinco segundos. Pero sabía que eso no
ayudaría. Solo Rebeca podría ayudarle con esto, y después de lo que había
pasado, dudaba mucho que ella estuviera dispuesta. Preparándose mentalmente
para pasar una tarde incomoda, abrió la puerta de su oficina y se sentó,
dándose cuenta del rubor que cubría las mejillas de Rebeca, y el notable
esfuerzo que estaba haciendo por no mirar en su dirección. Ethan sonrió. Esto
iba a ponerse muy interesante.
Rebeca suspiro de nuevo, había pasado una hora desde que estuvo en los brazos
de Ethan y miraba la pantalla sin ver nada. Que era lo que estaba… ¡bolsos! La
página que estaba creando vendía bolsos. Pero cada vez que se ponía sentía los
labios de Ethan sobre los suyos, sus manos y dedos llevándola a la locura.
¿Cómo había dejado que pasara? La pillo desprevenida. Se aprovechó de ella en
un momento inesperado. Los jefes no les hacían esas cosas a sus empleadas. Pero
no podía considerar a Ethan como jefe. No después de lo que había pasado.
Entonces, ¿qué era Ethan para ella?
Ethan podía ver como Rebeca lo analizaba todo en su cabecita. Estaba decidida a
ignorarlo, aunque de vez en cuando se quedaba pensativa y se ponía colorada.
Veía como James y Mike se acercaban a ella, y eso lo volvía loco, aunque sabía
que solo era para ofrecerle ayuda. Ella les pedía su opinión en algo y volvía a
lo suyo. El seguía tan duro como antes, pero ya sabía cómo remediarlo. Tenía un
plan que no le fallaría. Sonrió de nuevo. Quedaba media hora para cerrar la
oficina, y quería ver el trabajo que había hecho hasta ahora.
- Becky, ¿puedes entrar a mi oficina?
Se puso colorada, pero no hubo otra reacción. Como levantarse e ir hacia la oficina…
- Becky, sé que me has escuchado. Entra en mi oficina. Ahora.
Vio como entrecerraba los ojos, y lo ignoraba. Lo estaba desafiando
deliberadamente. Muy bien. Como ex SEAL que era, le encantaban los desafíos. Y
si eran como Rebeca, aun mejor. Se levantó, sin hacer nada para esconder su
obvia erección.
Apoyándose en la puerta, miro a sus compañeros, que miraban a Rebeca y a Ethan
con curiosidad.
- Becky. Si quieres mantener este trabajo, será mejor que entres en mi oficina.
Ahora.
Bufo. Su Rebeca realmente bufo, y tuvo que hacer un esfuerzo para contener la
risa. Era el jefe, y sus órdenes estaban para cumplirlas. Por muy sexy que
fuera esta empleada.
- Si señor Taylor. Por supuesto señor Taylor. A sus órdenes señor Taylor.
Rebeca se levantó echando chispas. El dicho ‘si las miradas pudieran matar…’
jamás había sido más acertado. Paso a su lado, entrando en la oficina.
- Chicos, hemos terminado por hoy. Nos vemos mañana.
James y Mike se le quedaron mirando, pero sabían lo que Ethan sentía por Rebeca,
y sonriéndole, se marcharon. Ethan espero a quedarse solo con Rebeca, para
darse la vuelta. Ella miraba al frente, estaba sonrojada y respiraba
agitadamente. Aunque esta vez temía que era de rabia, y no de excitación.
- Becky…
- Rebeca.
- Becky…
- Deja de llamarme así. ¡Me llamo Rebeca!
Ethan la observo. Casi parecía dolida. Pero eso no era posible. Rebeca no tenía
corazón, era una de las mujeres más frías que había conocido, en ciertos
aspectos... Decidió dejarla en paz. Por ahora.
*-*-*-*
Rebeca salió de la bañera relajada. Ethan estaba contento con su trabajo, hasta
se había sorprendido de lo bien que lo había hecho, y no había mencionado nada
de lo que había pasado entre ellos, ni la había vuelto a llamar Becky. Había
dicho que mañana le daría un proyecto más grande. Y Rebeca tenía ganas de poder
concentrarse en un trabajo así. Se puso su bata de seda y justo entonces
llamaron al timbre. Sin mirar por la mirilla, Rebeca abrió.
wow... esto promete demasiado... Me voy al capi siguiente :D
ResponderEliminarEso es lo bueno de leer algo que ya esta terminado :D