El lunes Sandra se levantó con un cosquilleo en el
cuerpo, los nervios, la novedad y la anticipación de poder trabajar cerca de
Rafael no la habían dejado dormir. Se ducho tranquilamente pensando en que
podría tener Carlos preparado para ella y en qué consistiría su nuevo trabajo.
Esperaba que pudiera darle algo parecido a lo que tanto le gustaba pero aunque
él fuera el dueño de la mitad de la empresa, sabía que no substituiría a su
actual consejero financiero, ni siquiera por s mejor amiga. Eso era algo que
ella admiraba en él, era un hombre con unos valores y principios muy claros. No
importaba cuantos caramelos hubiesen compartido en el pasado, él te daba solo
so que merecías, según sus criterios, y no hacia favores simplemente por que
eras su amiga. Ella era demasiado joven y tenia demasiada poca experiencia como
para que le dieran un puesto tan importante en la empresa multinacional de la
familia Márquez.
Su hermano sin embargo, era otra historia. Según
Carlos, había tenido tantas secretarias bonitas pero tontas, que ya no quedaba
ninguna. Por lo que se había tenido que conformar con una más normalita, que
hasta ahora era la más eficiente. Esperaba poder llevarse bien con ella, aunque
si trabajaba tan cerca de Rafa todos los días, no sabía si podría contener su
envidia. Salió de la ducha y se puso el traje chaqueta negro, que era sexy a la
vez que elegante, y la hacía parecer muy profesional. Salió de casa con tiempo
de sobra y con su pequeño coche se dirigió a la oficina donde había quedado con
Carlos.
Después de tantos años de amistad, Sandra solo conocía
el edificio por fuera, ya que Carlos nunca la había llevado allí. Con lo serio
y responsable que era, no le extrañaba en lo más mínimo. Sin embargo, se
preguntaba por qué Carlos había cambiado de opinión y le iba a dar un trabajo
aquí. Por qué sabe que lo necesito, pensó. Y Carlos siempre la ayudaba cuando
ella lo necesitaba.
Carlos se movía de un lado a otro en su oficina sin
saber qué hacer. Llevaba todo el fin de semana dándole vueltas, pensado en que
podría trabajar Sandra. La mujer a la que amaba.
Porque la amaba.
De eso no cabía duda. Quiso pensar que solo era un
enamoramiento pasajero, pero el viernes se había dado cuenta de que era algo
más. Mucho más. El instinto de protección, de posesión que despertó en el
cuándo su hermano los saludó, así se lo confirmaba. De lo que no estaba seguro,
era si se lo tenía que decir o intentar ocultarlo por no echar a perder su
amistad. Podría sobrevivir sin su amor, eso ya lo estaba haciendo. Pero no
podría sobrevivir sin su amistad. Eso era algo que no soportaría.
A la entrada del edificio Sandra estaba teniendo
verdaderos problemas para que el guardia de seguridad la dejara entrar.
- ¡Y yo le digo que Carlos Márquez me está esperando!
¡Llámelo y lo comprobara!
- El señor Márquez no me ha indicado que tenía que
dejar entrar a ninguna Sandra Moreno, así que no pienso llamarle para hacerle
perder el tiempo.
¡Por Dios! Sandra resoplo frustrada y se echó a un
lado para buscar su móvil y así poder llamar a Carlos. Pero sabía que no
estaba, no se podía creer que se lo había dejado en casa. ¡Qué tonta! Carlos
jamás le daría el trabajo, ya iba tarde… Levanto la vista y vio a Carlos entrar
por las puertas del edificio. Miro su reloj y se dio cuenta de que no podía ser
Carlos, y eso significaba que… Rafa. Él esbozo una de sus preciosas sonrisas,
una que le había visto ocasionalmente a Carlos, mientras se acercaba a ella, haciendo que se sonrojara.
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