Carlos se levantó
confuso.
¿A que estaba jugando
Sandra?
Rodeo su mesa y se colocó
detrás de ella, que no se había movido, aunque su respiracio cada vez era más
agitada.
Sabía que no debía hacer
esto, y menos en el trabajo, que debía mantener las distancias pero esta
pequeña bruja lo desafiaba como nadie.
Carlos puso las manos
sobre sus muslos y comenzó a subirle la falda que llevaba puesta. No protesto.
- No soy Rafa.
- Lo sé.
- No soy ningún
sustituto, de Rafa.
- Créeme, que lo sé.
- Soy muy exigente.
Sandra bufo.
- ¿Que estás jugando al
juego de decir lo obvio?
Carlos sonrió a su pesar,
mientras seguía subiéndole la falda y acariciando la suave piel que esta había
escondido. Chasqueo la lengua.
- Esa boquita, señorita…
Sandra jadeo cuando la
falda subió por encima de sus caderas, dejando su trasero al aire.
Carlos gimió al verlo y
su brazo se movió solo, dejando la marca de su mano sobre un cachete.
Ella jadeo con fuerza al
notar el picor pero gimió cuando Carlos acaricio la marca y se agacho para
besarle, y lamerle, suavizando así el escozor.
- Me encanta ver tu
culito así, con la marca de mi mano, tan coloradito…
Sandra no dijo nada pero
arqueo la espalda.
Carlos tenía que
poseerla, hacerla suya. No se podía resistir más.
Le arranco el tanga y le
dio la vuelta, sentándola sobre su escritorio.
La miro y vio fuego en su
mirada, el mismo fuego que él sentía por ella.
Se desabrocho el pantalón
y sin más preámbulos, sabiendo que ella estaba más que mojada por él, la
penetro.
Rafa entro en su oficina
con un humor de perros. Ver a Laura sentada delante de la oficina de su hermano
en vez de la suya lo enfureció como nada.
Laura era suya, maldita
sea.
- Laura, ¿dónde está
mi secretaria?
- Eh… con su hermano.
Arqueo las cejas,
- ¿Llevan mucho tiempo
ahí dentro?
- Como 20 minutos, señor.
Miro la puerta
detenidamente, preguntándose qué estaba pasando exactamente entre su hermano y
Sandra.
- Pasa a mi despacho por
favor Laura. Tráeme un café, si puedes, ¿vale?
Vio la duda en su mirada
de la chica antes de que esta asintiera.
- Ahora mismo, señor.
La observo mientras iba
hacia la pequeña cocina que tenían. Tenía buen cuerpo, aunque hacia lo posible
por ocultarlo. ¿Por qué?
Se movía con elegancia y
eficacia y Rafa se pilló a si mismo comiéndose a su secretaria con la mirada.
Algo que se había jurado a sí mismo, no volver a hacer.
Por eso Carlos había
contratado a Laura.
La sosa pero eficiente
Laura.
Miro de nuevo la puerta
de su hermano, esperando que no destrozaran demasiados muebles. Si estaban
haciendo lo que él pensaba que estaban haciendo... Conocía los gustos sexuales de
su hermano, y aunque no se dejaba llevar a menudo, cuando lo hacía, se
convertía en un salvaje.
Solo esperaba que su
Sandra pudiera seguirle el ritmo.
*sonrisa malévola* Que bien que pensó Rafa!!!
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