lunes, 23 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 2

Damian puso la bolsa de viaje en su coche, todavía dudando si debía ir. Sheena iba a estar allí y ella no lo soportaba. Claro que él no le había dado exactamente una razón para caerle bien, durante todo este tiempo el que ella había sido amiga de Jace. Se metió en su coche y le envió un mensaje a su hermano. Estaría en el lago en 2 horas. Se preguntó cómo reaccionaría ella a su presencia, ya que no se había unido a ninguna de las vacaciones en grupo anteriores. Se llevaba bien con todos ellos, después de todo también eran sus amigos, a excepción de ella...
Iría porque necesitaba las vacaciones y porque amaba el lago...
¿y a quién quería engañar?
Iría por ella…
Dos horas después llego a Lake Blue y aparcó junto a la cabina 5. Miró a su alrededor y la vista que tenía delante casi lo deja sin aliento. Sheena estaba saliendo del lago, cubierta solo por un diminuto bikini negro, y el agua cayendo por todas sus curvas perfectas. La vista era deliciosa. Ella no se había dado cuenta del coche así que como un idiota, él se quedo pasmado y se limitó a observarla. Ella sacudió su pelo, que le llegaba hasta los hombros, para que se secara un poco y se hizo una coleta, levantando los brazos y haciendo su pecho se elevara. Estaba a punto de tumbarse cuando se fijo en el coche y se quedó inmóvil. Rápidamente agarró una toalla y se cubrió. Damian saco sus cosas del coche y pasó por delante de ella.

- Hola Damian.
Siendo el idiota que era, él no le hizo ni caso y entro derecho en la cabina. La sintió justo detrás de él, dejando caer algo en la mesa.
- ¿Cuál es mi habitación?
- Esa.
Ella contestó bruscamente y señaló el sofá.
- Al menos que, desees compartir una cama doble conmigo... - Añadió con dulzura.
Oh dios las imágenes que invadieron su mente eran interminables.
Podía imaginarse a sí mismo en una cama de matrimonio con ella durante el resto de la semana... se cubrió discretamente con una de sus bolsas.
- Que graciosa. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde está Jace?
- No soy tu secretaria. Llámalo y lo sabrás.
Ella subió las escaleras a pisotones. La había enfadado. Una vez más. Saco su móvil mientras ojeaba las cosas que Sheena había dejado sobre la mesa. Loción solar, una botella de agua, los pendientes que él le había dado en Navidad y una copia muy leída de 50 sombras de Grey. Que lectura más traviesa. Sonrió. Sheena parecía demasiado inocente para leer ese tipo de libros.
- Jace, ¿dónde diablos estás?
- En la ciudad.
- Estoy aquí en la cabaña.
- ¿Ya? ¡Mierda! No hables con ella ¿vale? Estaremos allí en unos minutos.
30 minutos después, Sheena todavía no había bajado aunque la ducha había dejado de funcionar hace 10 minutos. Miro por la ventana, el coche de su hermano por fin se detuvo junto al suyo, y este entro en la cabaña como loco.
- ¿Dónde está?
- Vaya…, hola a ti también.
- No estoy bromeando Damián, ¿dónde está? ¿Qué le has hecho, que le has dicho?
- Relájate Jace, estoy aquí.
Sheena bajó las escaleras levando el vestido de verano más sexy que jamás había visto. Ella lo estaba torturando, no había otra explicación.
Su hermano la abrazó y le preguntó si estaba bien, mientras que Damian saludó a sus amigos. Se sentía bien por estar aquí con ellos y esperaba que por una vez pudiera comportarse y hablar con Sheena como un ser humano normal. Una conversación normal, entre adultos donde podían...
- Llegas justo a tiempo para empezar la barbacoa, amigo.
David le dio una palmada en la espalda.
- Cámbiate de ropa y baja, ¡tenemos que ponernos a cocinar!
- Claro. ¿Cuál es mi habitación?
Todo el mundo dejó de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo, y luego mirar a Sheena.
Relájese chicos. Yo ya le dije que se puede quedar en el sofá.
- ¿Entonces qué, ¿significa que quieres que me cambie aquí?
Sus manos fueron a su bragueta pero ella ni siquiera se molestó en mirarlo.
- Uff que asco. Por favor no, vas a hacer que pierda el apetito.
Ella suspiró profundamente.
- Está bien. Tercer cuarto a la izquierda. Pero tú no vas a dormir en mi cama.
Hizo todo lo posible para no sonreír como un idiota.
Eso ya lo verían, porque desde luego el no pensaba dormir en el suelo. Y tampoco en el sofá…
Disfrutaron de la barbacoa y movieron las cosas al interior después de haber limpiado todo. El aire alrededor del lago era frío durante la noche por lo que todos se echaron un par de copas y se sentaron en la sala de estar de la cabina. Las chicas estaban sentadas a un lado charlando, mientras que él y los chicos se sentaron en el otro lado, hablando de fútbol. Movió su whisky dentro de la copa mientras la miraba. Por primera vez se sentía relajado y las copas que se había tomado hasta el momento, parecía que le estaban ayudando. Tal vez esta noche podía hablar con ella sin comportarse como un completo imbécil. Sí, pensó. Eso estaría de puta madre por una vez...

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