sábado, 28 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 4

Sheena yacía despierta en la cama. No podía dormir, estaba demasiado distraída. La noche anterior había sido rara... Le había dicho a Jace que le dijera a Damian que durmiera en la cama con ella. A ella realmente no le gustaba la idea de que él tuviera que dormir en el sofá, sobre todo porque no sabía qué hora se acostarían sus amigos, después de todo estaban de vacaciones. Así que si él quería acostarse, tenía que esperar a que todo el mundo se fuera. No le parecia justo.
Por eso mismo le había dicho a Jace lo que le había dicho y había subido al dormitorio, para prepararse y meterse en la cama. Se había puesto su pijama de verano, un top ajustado y pantalones cortos. Fue a lavarse los dientes y quedo completamente alucinada cuando Damian entro, llevando solo unos bóxers negros y este empezó a cepillarse los dientes justo al lado de ella. Como si fuera la cosa más normal del mundo y lo hicieran todos los días.
¿Qué demonios...?
Él termino, se metió en la cama y esperó a que Sheena se metiera bajo las sabanas, para apagar la luz. Poco después, ella pudo oír su respiración regular y sintió su cuerpo relajarse a su lado. El calor de su cuerpo la envolvía completamente y menos mal, porque estaba temblando de pies a cabeza
Su olor varonil le llenaba la nariz y la hizo temblar aún más, aunque no exactamente por el frío.
Así que definitivamente... raro. Y todo había ocurrido tan solo hacia algunas horas. Había estado dando vueltas, inquieta desde entonces, con cuidado de no despertarlo. Ella estaba tumbada de lado, y la claridad del amanecer le permitió verlo con claridad. Su pelo negro, pelo que le encantaría tocar… parecía tan sedoso. Lo llevaba corto, aunque no demasiado, le iba perfecto el estilo.
Tenía una expresión pacífica y no parecía tan serio como era habitual en él.
Sus ojos eran grandes y estaban llenos de largas pestañas y Sheena podía imaginar fácilmente el color de sus ojos aunque los tuviera cerrados, ya que le recordaban a un mar Caribeño. Azul Turquesa.
Una nariz afilada y labios gruesos y hermosos completaban los rasgos de su rostro. 
Labios besables... muy besables. Se inclino hacia delante de manera inconsciente pero se contuvo justo a tiempo.
¿No has aprendido nada en todo este tiempo?
Que tonta era.
¿Darle un beso mientras dormía?
¿Qué pasaría si se despertaba? ¿Si la pillaba en el acto?
¿La alejaría… o la besaría de vuelta?
Sabes tan bien como yo que hay una línea muy fina entre el amor y el odio... así que dime tú... ¿Él te odia... o te ama?
Las palabras de Jace habían estado rondando por su mente toda la noche. Era demasiado absurdo considerarlo siquiera, pero aún así...
Sus ojos bajaron más por su cuerpo musculoso, estaba tan bronceado, y ella sabía que todo era natural. Le encantaban los deportes al aire libre y se cuidaba mucho.
Realmente era perfecto. Sus musculosos brazos estaban decorados con unos tatuajes increíbles, tatuajes que deseaba recorrer con su lengua, para después pasar a sus abdominales tan perfectamente formados...
Ella apostaría cualquier cosa, a que serian duros al tacto, pero como seda bajo sus dedos. Suaves y duros… Tuvo que contener el gemido que se le estaba formando en la garganta. Sus dedos picaban con la necesidad de tocarlo y comprobar su tenía razón y estaban tan duros como parecía… y hablando de duro…
Sus ojos viajaron un poco más abajo hacia sus boxers negros y oh. Dios. Mio.
- ¿Te gusta lo que ves?

*-*-*

Foto: Fantastic shot of new up and coming model David Jacob

Photo Credits: Jamie Dominic

Damian se había despertado lentamente, para encontrarse con una Sheena de lo mas sexy que se lo estaba comiendo con los ojos. Se puso duro tan rápido que era un milagro que no hubiera perdido el control allí mismo. 
Había estado lamiéndose los labios constantemente mientras lo miraba, como si se estuviera muriendo por saborearlo todo, e incluso la había pillado acercando la mano a su cuerpo, aunque siempre se detenía antes de llegar a tocarlo. Había querido decirle que no pasaba nada, que podía tocarlo, lamerlo, hacer lo que quisiera con él, siempre que quisiera.
Pero entonces sus ojos se habían posado en su erección, y su sorprendido jadeo y su mirada asombrada le habían hecho gruñir si le gustaba lo que veía.
Ella lo miró horrorizada y se ruborizo de manera adorable antes de levantarse y esconderse en el baño. Su Sheena era un tímido ratoncito? No se lo podía creer.
Tenía que ducharse así que esperó a que ella saliera. Y esperó... y esperó... Alguien llamó a la puerta y le dijo que entrara, sabiendo de sobra quién era.
- Buenos días Jace.
- Buenos días hermano. ¿Dónde está...?
- Encerrada en el cuarto de baño. No preguntes, sólo sacala de ahí. Necesito una ducha.
- ¿Qué ha pasado?
- Yo... ella... Nada. ¿Puedes hablar con ella? ¿Por favor?
Jace lo miró con suspicacia.
- ¿Te has acostado con ella?
- ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! ¿Habla con ella quieres? Seguro que te lo cuenta todo.
- Esta bien, pero si me entero de que la lastimas de alguna manera... Puedes darte una ducha en mi habitación. Steve ya está despierto.
Cogió algo de ropa limpia y dejo a Jace allí.
Se preguntó si Sheena le diría a Jace la verdad de lo que pasó y por qué había huido hacia el baño. Tuvo que sonreír, ella casi había parecido una virgen asustada cuando él había interrumpido su mirada fija. Aunque la verdad era que realmente  había querido una respuesta a su pregunta. Por su expresión antes de que él la hubiera sorprendido, podía adivinar la respuesta, pero aún así... quería estar seguro. Ella nunca lo había mirado así antes. Jamás.
En su mirada había visto deseo, hambre, excitación. Y quería más. Necesitaba más.
Terminó su ducha de agua fría y bajó las escaleras. Ella estaba ya allí desayunando y actuando como si nada hubiera pasado. Bien. Iba a ser un día muy interesante...

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