sábado, 15 de febrero de 2014

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 14

Sheena se limitó a esas dos últimas palabras en shock. ¿Él la quería? ¡Él la quería!
No, no podía ser...
No se lo podía creer. Miró a Damian y su cara magullada.

- ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Porque me trataste de esa manera?

Con la mano libre le tocó cuidadosamente sus labios carnosos. Deseaba tanto poder besarlo, hacer que despertara con un roce de sus labios contra los suyos, como en los cuentos de hadas. Pero también quería que estuviera despierto cuando ella lo besara, poder verlo, mirarlo a los ojos y saber que sus sentimientos hacia ella eran algo real y no algo que estaba leyendo en un diario.

- Por favor, despierta Damian. Por favor. Te necesito.

Se quedó mirándole, deseando que abriera los ojos, pero por supuesto, no pasó nada. Aparte de su ritmo cardíaco cuando ella le toco el labio, Damian no mostró ninguna otra reacción a su presencia. Sheena quería hablar con el médico, preguntarle si había algo más que pudiera hacer por él. Haría lo que fuera…

Se quitó los pendientes y los dejo en su bolso. Significaban mucho más ahora que sabía lo que el sentía por ella. Pensó de nuevo en las vacaciones de Semana Santa sobre las que había escrito. Habían sido sus primeras vacaciones en grupo y Sheena realmente había tenido ganas de hacerlo, a pesar de saber que Damian vendría también. Jace le había dicho que todo iba a estar bien y Damián sería diferente, ya que estaban de vacaciones y estaría más relajado.
Sí claro.

Podía sonreír ahora, pensando en la forma en que la había tratado, y darse cuenta de lo que realmente había sentido. Jamás se lo hubiera imaginado...
Habían ido al museo nacional, sólo para pasar el día. Con cada comentario que había hecho, había recibido un comentario afilado. Si ella le gustaba un cuadro, él decía que era absolutamente horrible. Si ella mencionaba lo genial que era un artista determinado, él tenía que señalar que había sido una persona horrible.

Y así una y otra vez a lo largo del día. Jace se había ido a la cafetería con Steve, ya que no estaban realmente interesados en el arte, por lo que cuando Damian la cabreo en serio, lo había mandado a la mierda. Recordó sentirse muy avergonzada cuando lo había dicho, ya que todo el mundo lo había escuchado y los había mirado.

No se había podido contener. Él la había estado pinchando por cualquier cosa, hasta que reventó.

Había salido corriendo para encontrar Jace, que se había quedado a su lado el resto de las vacaciones. Él había tratado excusar a su hermano, pero él no sabía lo que Damian sentía por ella, por aquel entonces, ¿o sí? Se mordió el labio, preguntándose si Jace sabía lo que sentía su hermano por ella.
¿Damian se lo había llegado a decir?

¿Habría leído el diario antes de dárselo a ella?
Él era su mejor amigo... Seguramente, si lo hubiese sabido... se lo habría dicho... ¿no?
A pesar de que ella nunca le había dicho a Jace lo que sentía por Damian... él sólo se había enterado la otra noche, después de ese estúpido juego.
Ella bostezó, exhausta. Quería leer un poco más, pero mañana seria otro día. Besó a Damian suavemente y sin soltar la mano o el diario, ella finalmente se quedó dormida.

Damian todavía podía sentir sus dedos en sus labios, y poco después sus suaves labios rozaron los suyos. No dejaba de pensar en esas preguntas extrañas que ella le había hecho "¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Porque me trataste de esa manera?'. 
Suponía que iban dirigidas a él, ya que no podía oír a nadie más en la habitación. Creyó haber oído a Jace antes pero había estado demasiado adormilado para entender nada de la conversación. Su respiración suave le dijo que Sheena se había quedado dormida. Estaba asombrado de notar que incluso  así, no le soltaba la mano. Sabiendo que ella estaba a salvo y sintiéndose extremadamente cansado, dejó que la oscuridad lo envolviera otra vez, con la esperanza de que pronto despertaría de este estado comatoso, que lo tenia atrapado.

- ¿Sheena? Sheena, cariño , despierta.
- ¿Damian?
- No, soy yo. Jace.

Sheena abrió los ojos y parpadeó, mirando a su alrededor. Damian todavía estaba acostado en la misma posición que la noche anterior y su mano estaba firmemente apretada en la suya.

- Buenos días Jace.
- Buenos días cariño. Tienes que soltarlo, tienen que llevárselo.
- ¿Llevárselo dónde?
- Ellos quieren hacerle algunas pruebas. Pruebas no pueden hacer contigo pegada a él.
- Pero se pondrá peor.
- Cuidaremos perfectamente bien de él, señorita Stewart.

El médico había entrado con una enfermera que ahora estaba comprobando la temperatura de Damian. Ella no quería soltarlo, pero tenía que confiar en ellos, después de todo, eran médicos.

- De acuerdo.
- Usted puede soltar su mano. Estará bien.

Miró a Damian y frunció el ceño, ella realmente no quería soltarlo. Poco a poco se le soltó la mano y de inmediato las máquinas reaccionaron ante la pérdida de contacto. El médico lo miró confundido, como si no pudiera entender por qué el cuerpo de Damian reaccionaba de esa manera.

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